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Epístola a los Gálatas - 2


¿Por qué fue escrita? Estudio.

Veamos unas Escrituras que leemos a menudo, pero que posiblemente no interpretamos igual que aquellos destinatarios originales.

Claro, las circunstancias de hace 2000 años no son iguales a las de hoy, pero intentemos comprender lo que estos escritos eran para los primeros cristianos.

¿Por qué fue escrita esta carta? ¿Qué la motivó?

Si todo tiene una razón, entonces también hay una razón por la cual el Espíritu Santo decidió que ésta sea escrita.

Averiguemos por qué.

Leyendo hoy el Nuevo Testamento, a menudo consideramos las epístolas como una explicación o ampliación de los evangelios. Pensamos que son aclaraciones a Mateo, Marcos, Lucas o Juan. Tenemos la impresión que cuando la Iglesia no entendía algo Pablo lo explicaba.

Pero no, no son un complemento de los Evangelios, pues fueron escritas ANTES que los Evangelios. No eran complemento para quienes las recibían, porque ninguno de los cuatro evangelios existía todavía.

Las Epístolas son de una época en la cual la Palabra era compartida de forma oral, predicada por diferentes misioneros como Pablo, Pedro u otros (apóstoles o no) en las sinagogas o fuera de ellas, entre los gentiles, y cuando ese misionero se iba, los que habían creído tenían que seguir solos.

Para poder sobrevivir espiritualmente, era necesaria una respuesta inmediata a la palabra. En quienes creían, la obra del Espíritu (esa transformación inicial, ese volvernos 180° para caminar hacia Jesús en vez de alejarnos de Él) era efectiva tras esa predicación oral.

El que creía ponía por obra, porque cuando quien le había compartido las Buenas Nuevas seguía su camino, el nuevo convertido quedaba dependiendo de su propia actitud: o moría (espiritualmente), o seguía en la fe.

A medida que se caminaba en esta nueva vida cristiana, tratando de escapar de las viejas costumbres y tentaciones, comenzaron a presentarse actitudes entre los hombres aún neófitos en estas cosas nuevas de Dios. Fueron estas circunstancias las que dieron pie a las cartas.

La iglesia fue levantada con el predicar de esos primeros apóstoles, en una formación sin duda bien hecha, pero que debía resolver dentro del nuevo contexto de la doctrina cristiana las circunstancias culturales o sociales y problemas comunes de las personas.

Ante casos así, Pablo, cuando puede personalmente, les dice "háganlo de este modo". Pero cuando está ausente, escribe, y la idea de cómo solucionar algún asunto viene por medio de una epístola.

Estas cartas fueron escritas durante la formación inicial, durante los primeros pasos en el crecimiento de lo que hoy es la iglesia cristiana, y fueron respuesta a sucesos de aquellos días; sin embargo, prácticamente cada palabra de ellas es válida hoy también. Y veremos por qué.

Había variedad de preguntas e inconvenientes en la iglesia primitiva, pero un asunto principal inquietaba a los escritores. Ellos veían cómo a medida que la iglesia crecía diferentes embates el golpeaban sobre ella, pretendiendo disminuir la eficacia del mensaje evangélico, y corromperla, cambiando la esencia de lo que las Buenas Nuevas anunciaban realmente.

El punto de vista del cual miraremos a la epístola a los Gálatas es éste:

Es un argumento dado por Dios a la iglesia primitiva -y porque estaba escrito quedó también para nosotros-, para responder a toda mentira que anda rondando alrededor del verdadero evangelio de Dios.

Este estudio nos invita a ver la epístola a los Gálatas como un CONTRATAATAQUE de parte de Dios por intermedio de sus apóstoles contra las fuerzas del mal, contra las fuerzas de mentira que pretenden ahogar, desviar o modificar lo que el Evangelio es.

Estar en un mundo lleno de conceptos (como lo estamos hoy en día, y como veremos que estuvo el pueblo judío) necesita ese contraataque divino. Esa barrera de Dios es para evitar la apostasía y toda desviación. Como si Dios dijese: "Piensen como quieran, pero sepan que la cosa… ¡ES ASI!"

Se podría decir que ya no importa lo de épocas pasadas, pues aparentemente hoy esas herejías ya no existen. O se puede creer que se está bien afirmado y que no se podrá ser desviado tan fácilmente. También se puede opinar que esas cosas ocurren solamente en Iglesias "frías" y no donde el Espíritu de Dios se manifiesta.

Sin embargo, de lo conocido hasta hoy, la Iglesia Primitiva fue la más llena del Espíritu. Y les sucedió.

Los apóstoles ya veían germinar le semilla de la apostasía en diferentes situaciones que venían contra la doctrina del evangelio y levantaron una barrera.La expresaron con palabras simples que nosotros hemos oído tantas veces sin conciencia real de su significado.

Verdades de Dios, principios divinos básicos, fueron repetidamente expresados en varias cartas desde diferentes perspectivas y enfoques, desde Romanos hasta Judas, mas son tomados por nosotros apenas como información, como conocimiento que gustamos de guardar y memorizar.

Pocas veces nos detenemos a considerar la seriedad con la que el Espíritu de Dios nos está proporcionando esas barreras, esos contraataques al espíritu de mentira que insistentemente pretende -ya desde aquella época inicial- que el evangelio desaparezca, muera o sea desactivado lo antes posible.

Motivo y utilidad de las epístolas

Sin entrar en todos los detalles, un motivo especial se halla reiterado en casi todas las epístolas: el referido a los falsos maestros que vendrían y a la apostasía futura.

Podemos expresarlo en otras palabras: Existe una fuerza constante, insistente y persistente, que utilizará distintos medios (falsos maestros) para alejarnos (apostasía) de la fe en Dios.

La historia cristiana demuestra que los temores apostólicos eran fundados.

Pablo se lo anticipó a Timoteo (1ª Ti 4:1): "El Espíritu dice claramente…". Aunque quizá lo más grave no sean los falsos maestros; sino que ¡hay cristianos que les creen!

Las cartas apostólicas contemplan el problema desde dos puntos de vista:

          (l)  Lo erróneo existe
          (2) Y lo erróneo halla terreno donde germinar

La razón principal por la cual las epístolas del Nuevo Testamento son útiles hoy a pesar de haberse modificado las condiciones de aquella época, es por que la esencia de la naturaleza humana no ha cambiado. Tal como fue creado, así persiste. Nada puede hacer para ser distinto.

Como los mosquitos que transmiten virus necesitan de hombres para propagar la enfermedad, así los falsos maestros necesitan oidores que los escuchen y sean convencidos. El hereje es un "transmisor" del error, pero requiere de un "receptor".

Al cristiano del siglo XX le aprovechará la consideración cuidadosa de las Epístolas, solamente si acepta que HOY puede ser tan frágil como aquellos primitivos cristianos; si reconoce que un descuido lo puede transformar en "receptor" y si no olvida que según la clase de terreno que sea, rechazará -¡o recibirá!- la semilla de lo falso.

En sentido figurado, el hombre es como la tierra de la cual fue sacado: No tiene nada para modificarse a sí misma, pero tiene la ambivalente capacidad de retener y alimentar cualquier semilla que se arroje en ella, sea buena o mala.

Los hombres de campo clasifican los terrenos según las cosechas que de ellos se pueden obtener. Jesús hace lo mismo modo cuando compara la tierra donde cae la semilla con los corazones de los hombres. "Los de junto al camino… los llenos de piedras,… los que alojan espinos,… y la buena tierra".

Observemos estos dos detalles de aquella parábola de Jesús: hay semilla de espinos y hay semilla que producirá buen fruto; y hay terrenos ¡que no darán cabida a ninguna de las dos!

La historia dice que entre los Gálatas se mezclaron sembradores de doctrina carnal. Quizáá no corresponda acusarlos de malignos; quizáá transmitieron el error por ignorancia de la Gracia de Dios.

Pero en definitiva, los que abrazaron el error eran cristianos y por desconocer donde estaba la trampa, lo que pensaban que era correcto les resultó para pérdida.

Usted, ¿es cristiano?


  

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